viernes, 28 de diciembre de 2012

Llueve

He empezado a escribir esta entrada haciendo rimas, pero no me ha convencido para nada, así que preferiría expresarme de otra manera.

Hay algo muy oscuro en mi mente.
Algo que no se dispone a salir fácilmente (¡Mierda! Hoy estoy muy poético, por lo que veo).

Pero tengo toda la razón... Estoy perturbado.

Llevo unos días buscando la oscuridad donde antes pobló la calma, y poco a poco estoy encontrando el camino; el camino a la oscuridad. Se ve que el camino hacia la luz pasa de visita por la oscuridad, pero me he quedado sin combustible para llegar al final.
Una parada de emergencia no hará daño; no mucho.

En el motelucho donde se alberga mi corazón se ha quedado a dormir un señor muy típico. Es ese típico señor que nunca lo reconoces por la calle, hasta que te golpea su presencia y lo distingues.
Cómo no reconocerlo, si todo el mundo lo reconoce, aunque nadie se llega a fijar a tiempo en su presencia.

Y el Sr. Miedo se quedó a dormir a mi lado y nadie dijo nada, ni nadie lo notó.

Suaves ronquidos ajenos me despiertan de mi neblina psicológica y encuentro, si no me equivoco, el motivo principal de mi reciente apatía. No hace falta ir hasta su habitación para encontrarlo. Sr. Miedo está bien apalancado en este motel, y parece que haya pagado para permanecer, con motivo aparente.

Dicen (y mucha gente dice que dicen) que el ser humano es el único ser (¿En serio dicen el único ser? Queda muy feo...) que tropieza dos veces con la misma piedra. Ese es el motivo principal de mi caos.

Le tengo miedo al amor.
Sí, sí. He llegado a esa conclusión.

No es raro, cuando uno encuentra a una persona que le llena en todos los sentidos. El amor, una vez, fue mi perdición, aunque realmente no lo llegué a entender del todo bien.

¿Me enamoré desde un principio, o por miedo a perder?

Y es que es obvio, que cuando algo no te llena, pero no te queda más, solo te puedes aferrar, hasta el momento en el nuestra inanición amorosa se previene solo con mierda. Resumámoslo como mierda, porque el tema ya está muy hablado.

Aquella vez parecía más la segunda opción. Siempre pensé que mi primera vez sería la última, pero no. Muy necio fui para no ver a toda la gente que me quería, y tal vez sea ese otro problema: ¿Por qué tiene que quererme más de una persona?
Uno sigue los impulsos que nos pide el cuerpo, pero no implica que todos estén a tu nivel, no. Es muy difícil que estén a tu nivel, pero los impulsos me electrizan y no pueden ser evitados.

No toda la gente hace sentir lo mismo, y no quito importancia a nadie, pero no. No, no, no no no, joder, no.

Señor Miedo vino por un motivo muy claro: Me hizo pensar en mis errores, y en que tengo que prevenir si no quiero acabar haciendo heridas difíciles de curar. Estos problemas no los puede arreglar él, ni yo, sin ti.

[...]

Y la curiosa pregunta que acabará con mi apatía, sea cual sea tu respuesta, es:
¿Serás capaz de odiarme, si lo he empeorado aún más?

Dime que sí, que el amor tiene un límite.
Dime que no, hazme un iluso y luego rómpeme el corazón; ya me lo hicieron una vez.

No me importa tu elección, pero dime.