jueves, 26 de septiembre de 2013

Divagaciones sobre cebollas y patatas

Llegando de clase me he puesto a pensar en cebollas. No es nada extraño, ya que la boca me sabía a eso desde este mediodía. Se me ha ocurrido lo tanto que se parece una cebolla a una persona, en un sentido figurado.

Hay personas como cebollas: Unas más grandes y otras más pequeñas, con cada uno de los rasgos que las hace distinguirse de entre las demás. Las personas tenemos capas también. También podrían llamarse barreras. A medida que conocemos a una cebolla, vamos atravesando sus capas superficiales y adentrándonos en ella. Cuantas más capas superamos, más conocemos a esa cebolla; mejor podemos ver su interior.

Me ha parecido un concepto curioso, porque cuanto más vamos conociendo a una persona, al igual que con las cebollas, romper esas barreras nos puede hacer llorar; y no solo de pena, sino también de alegría, y al igual que con una cebolla (si no nos ponemos científicos o muy lógicos), nunca sabrás exactamente por qué te hace llorar.

Cuando pensé en este concepto, estaba pensando en una situación que me contaron el otro día, pero después de pensarlo todo antes de ponerme a escribir, he llegado a la conclusión de que en la situación que me contaron no estaban hablando de cebollas, sino de patatas.

Si hablamos de una patata, estaríamos hablando de una persona que, sea para bien o para mal, se está hablando de ella por lo que se ve de ella: su piel. Además, no es que se pretenda hablar de su interior; todo el mundo conoce el interior de una patata: amarillo y plano. No importa su interior. Todo el que habla de una persona como de una patata no habla de su interior, sino de lo más superficial de ella.

«¡Qué buen@ está es@!»
«Menud@ (introduce el insulto que más te hayan dicho en la infancia/adolescencia aquí)»

Somos simples. Somos cazurros. Hablamos de la gente como si las personas fuesen patatas, aunque la verdad es que las personas somos todo: patatas y cebollas; todo depende de con qué ojos nos miren.

¿Y sabéis qué es lo que más me jode?

Lo que más me jode es que comparemos a la gente como patatas y no como cebollas. Recuerda todas las veces que lo han hecho contigo y notarás ese pequeño (pero intenso) odio que siento yo ahora mismo, el cual sentiste en aquel momento. Recuerda ese odio hacia cualquiera que lo haya hecho. Más curioso será cuando te fijes que entre esas personas puede estar..- .--. ... .-.-.*bzztt!!*. -. - .-. . / . ... .- ... / .--. . .-. ... --- -. .- ... / .--. ..- . -.. . / . ... - .- .-. / . ... .- / .--. . .-. ... --- -. .- .-.-.- .-.-.findelatransmisión.

miércoles, 12 de junio de 2013

Un pequeño apunte

Me acuerdo de cuando empezó a sonar esto.
¿Casualidad? Ni idea.


Lo que sé es que fue muy acertado.

martes, 11 de junio de 2013

Lo siento

Puede que no lo hayáis notado y puede que la previsión del tiempo no dijese lo mismo, pero este fin de semana pasado ha sido el más frío de todo el año...

Hay cosas que aunque incluso se hayan hablado y parezcan superadas, dejan una huella en un lugar del subconsciente. No estoy bien desde aquí, por si queréis haceros una idea. Puede que me pasase con mi forma de expresarme, pero los que me conozcáis bien deberíais de saber lo tosco que puedo llegar a ser para decir una mínima tontería. En fin.

No pretendo culparos. Todo esto ha sido mi culpa, y he tenido suerte de que las consecuencias no hayan llegado a ser iguales que la primera vez que me pasó.

¿Suerte? ¡Qué cojones! Aprendí de mis errores.

También decir que mis acciones no han tenido nada que ver a las de aquella vez. Aunque no he llegado a tiempo, aunque no haya podido anticiparme a pensar, he optado por lo mejor, porque la cabeza me ha traicionado. Mis manías me han traicionado y yo mismo me he traicionado, y ahora solo siento que la única traicionada has sido tú.

Mi autoestima perdió contra el ataque del mundo. Lo siento, lo siento y lo siento. Siempre recordaré, con dolor, aquella frase que yo no había sido capaz de asimilar sin que me la dijeses... Aquellas palabras tan obvias y tan llenas de significado.

No es la primera vez que me decían algo parecido, pero no recordaba tanto dolor, tanto sufrimiento... ¿Aunque sabes...? Lo que más me dolió no fueron las mil tonterías por las que he llegado a enfadarme, ni los cientos de pensamientos estúpidos con los que llegué a congeniar...

Lo que más me dolió era haberte hecho daño, y no solo eso. También me dolió fue pensar en las consecuencias. Terroríficas consecuencias; sombras tenebrosas y destructivas consecuencias.

He de decir que perdí la fe en todo. Me sentía débil, pero en aquel momento sabía que la culpa era solo mía, por ser tan ignorante. No esperaba tu gesto, pero...

Mientras mi mundo se derrumbaba, tú sujetaste mis paredes.
Mientras el puto mundo me caía por los ojos, eras tú la que me dijo que todo iría bien.
Mientras todo se congelaba, una llama seguía ahí, chispeante, entre tus brazos, y me pregunté por qué diantres no pude verla antes.

Hay un fantasma al que derroté y al que siempre lo recordaré porque fue el que me provocó mi primer ataque de ansiedad.

Amor, a ti siempre te recordaré, estés donde estés, vayas donde vayas, hagas lo que hagas, por librarme del segundo, pues en mi primero solo me faltaron unos brazos, una voz, una intención que me librase de morir en diferido, y esa voz apareció la noche del sábado para hacerme pensar:

¿Dónde estuve yo estos meses? Es más. ¿Dónde estuve yo todos estos años?

¿Cómo he podido aguantar diecinueve años sin tu amor?

Tú sabes el resto. He tenido miedo todo este tiempo. He tenido miedo de algo tan simple como es sentir. Y ahora lo siento, de todas las formas. Lo siento todo y lo siento por todo. Ahora pienso asumir todos los riesgos. Ahora vuelvo a creer.

Tienes un corazón enorme.



No tengo mucho más que decir...
Creo que todo lo que me queda por hacer es demostrar.





Buenas noches y cada día mejores.

viernes, 26 de abril de 2013

Mamarracho de medianoche

He estado pensando (qué raro).

A veces miramos a los demás y los envidiamos. No en todo (al menos yo), pero siempre hay cosas en las que podría mejorar; cosas en los que mucha gente me supera. Me pongo a mirar y ¿por qué a ellos les cuesta tan poco y a mí tanto? Es tan típico...

Hay veces que simplemente queremos superar a alguien en habilidad, o en bienes, pero envidiar a alguien por su genética es lo que nos hace a todos idiotas. A todos. ¿Quién, sino, no ha tenido esa ocurrencia?

Vivimos a la sombra de los demás, pensando que somos sombra, viviendo como una sombra; creyéndonos fugaces e irrelevantes, aunque realmente nadie es una sombra de nadie.

Mira a esa persona que puedas envidiar. Puede que la conozcas muy bien; puede que te sientas inferior a ella, pero siempre estará esa persona que te prefiere a ti ante todas las demás. ¿Por qué?

Creo que el principal motivo para que me guste una persona es que se deje querer. Tan obvio, tan simple, tan increíble. Creo que antes de querer cambios imposibles, voy a hacerme de querer; mi mejor cualidad.


Y la tuya.



Dedicado a los que dejamos de querernos con el mal humor y a los que no se quieren demasiado.

lunes, 8 de abril de 2013

Grandeza

Me pregunto lo que hago a estas horas despierto.

[...]

Me respondo, lo asimilo y lo entiendo. Me callo.

No sé decir las veces que me he sentido como en el preciso instante en el que escribo estos garabatos.
Pero creo que nunca me he sentido igual.

Siento una borrachera que voy a atribuirte y dedicarte.
Eres la culpable de todos mis mareos; de todos los que me parecen aceptables.
Tengo ganas de que corra el tiempo y se pare de golpe; cuando lo necesitemos.

Como ves, un saco de frases cortas desordenadas.

No estoy inspirado; con palabras.
Tal vez se expresase todo mejor cuando dejemos de echarnos de menos; estando juntos de nuevo.

Pensaba que había olvidado el por qué vine aquí tan tarde.
Lo acabo de recordar.

Vine a decir que eres única.
Que tenemos suerte de tenernos.
Que REVENTAREMOS las barreras.
Que nadie nos impedirá ser felices, pues nadie es nadie para hacerlo.
Que me haces descubrir, me haces ser y me haces vivir...
Que nunca me había sentido tan bien y que me gusta ver que piensas lo mismo.

Que me transformas en algo parecido a una persona;
puede que a una persona envidiable, en cierto sentido.

Que eres adorable...

Y que espero que estés soñando algo agradable; yo intentaré soñar contigo.




Buenas noches.
*blub!*

miércoles, 20 de marzo de 2013

Carta a mi enemigo: mi no-mundo

A lo largo de mi adolescencia se ha ido introduciendo en mí una simple mentalidad: Necesito ayudar a las personas que quiero y que lo necesitan. No me hace falta explicaros un porqué. Puede que incluso desarrollase una necesidad psicológica de ayudar a las personas que quiero y necesitasen un poco de mí. Puede que a veces sea un poco plasta intentando ayudar, pero no me arrepiento de serlo, ya que a veces se ha hecho (y se hace) tan necesario que no me sentiría realizado sin poder ofrecer un mínimo de ánimo o ayuda.

He intentado ser un héroe de( )mente(s). He querido salvar momentos, situaciones, historias y vidas, mas a veces lo he logrado y con grandísima motivación he reafirmado mi idea.

A lo largo de estas no-vacaciones de verano he comenzado a centrarme en todo, a desaparecer de todas partes. Aunque no haya estado, creo que nunca había estado haciendo tan bien las cosas; a mi ritmo, que suele depender de factores. He empezado a comprenderme a mí mismo; a mis ausencias; a mis acciones. Y es que un desprendimiento de corazón me hizo creer que no se puede depender solo de una persona, pues una persona no era capaz de llenar todos los agujeros que me habían dejado los golpes; más que los golpes, los agujeros que habían ahondado los traumas que me crearon mis fantasmas; esos estúpidos fantasmas que ya no pasan por mi cabeza con motivos.

A lo largo del camino he abierto los ojos y me he dado cuenta de que esos fantasmas merecían lo mismo que me dieron. El fantasma del que estoy hablando (y es que no sé ni para qué hablo en plural, si me refiero específicamente a una persona) ha estado recibiendo poco a poco lo que se ha ganado, y aún sigue con su pésimo malvivir. La verdad es que esto ni me importa. Lo que importa es lo que vi.

Vi que mis necesidades eran obvias, pues habían cosas que hasta ahora nadie me había enseñado.
Vi que un beso sirve más que mil imágenes, que un millón de palabras.
Vi que existen las buenas caricias sin motivo.

Empecé a ver todo con claridad.
Empecé a aprender que las cosas no eran lo que aparentaban; que habían cosas bellas que me habían hecho creer que no existían.

Y es que hay algo que no sois capaces de ver; que quien más apuesta, más posibilidades tiene de ganar. Y esto parece que no lo sepa ver NADIE.

¡¡NADIE!!

Ni vosotros, principales causantes de dolor; los que dudáis de mis elecciones y de mí; los que dudáis de lo que hago y lo que siento; los que hacéis dudar de lo que amo y lo que dejo de amar. Charlatanes con tiempo de sobra y de sangre negra en vena, si las consecuencias de vuestras acciones, habladurías y malas influencias sobre lo ajeno recayesen todas y cada una de ellas sobre vosotros en vez de contra nosotros, tal vez empezaríais a hablar menos de lo que simplemente no sabéis hablar por no tener ni idea, ni ganas de tenerla.
Ni vosotros, desórdenes de segundo plano. He estado ausente porque por una vez he conseguido centrarme bastante bien, enseñarme a estudiar y administrarme el tiempo, y mis estudios requerían de la mayoría de tiempo, y si me decís que igualmente podría haber dedicado un poco de tiempo a vosotros, lo siento, pero si ya no he tenido tiempo ni para jugar a videojuegos, vosotros no vais a ser más (DRAMATIZACIÓN. No me hagáis caso). Ahora hablando seriamente: NO. No he podido. Me he hecho asocial de forma temporal y por voluntad propia. Lo siento, pero no. Y me jode que vosotros tampoco me entendáis, porque si no hablo con uno de vosotros, os pensáis que hablo con todos menos con vosotros, Y NO. ¡NOOOOOO! ¿Ya lo entendéis o hago más uso de las mayúsculas?

¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

(Me he hecho asocial de forma temporal y por voluntad propia)

Y aquí es donde viene la contradicción; la paradoja de mis hechos.
¿Por qué si necesito ayudar, he estado ausente este tiempo, sin hacer actos de ningún tipo en vuestras vidas?

Os pregunto yo:
¿Podéis entenderme vosotros a mí?
¿Podéis entender que yo también necesito tiempo para mí solo?
¿Podéis CREER en mí?

(Siento como si le hablase a una pared...)

Después de abrir los ojos, he visto que intentar ser un héroe a veces tiene un precio, y el precio esta vez estaba siendo mi propia integridad. He visto que sobre todo necesitaba ser persona más que héroe, y las personas necesitan reciprocidad. Y hay veces que las heridas solo se curan con besos. Ni con palabras, ni con abrazos. Con putos besos verdaderos. Y hay quien ha sabido darlos en el momento adecuado y hay quien no ha sabido darlos, por lo que tenemos una clara ganadora y todo un resto que sobra por dudar de mi elección, cuando su victoria y vuestra derrota sería digna de las memorias de Capitán Obvio.

(Aplausos)

Con todo este tiempo y estas experiencias, buenas por parte de una persona (malas con ella cuando vosotros habéis sido su influencia) y malas por vuestra culpa también, he aprendido que no solo no puedo ser el héroe de todo el mundo, sino que hay situaciones en las que solo se puede ser héroe de única persona, y esa persona me dio algo que vosotros no me disteis del todo: un sentimiento completamente recíproco de amor.
Puede que ese sea también un gran motivo de mi ausencia, y espero que comprendáis, amigos y amigas, que a veces hay que escoger preferencias y dedicar un tiempo (largo, tal vez) a coserle las heridas a la persona que ha dejado en tus manos su corazón.


[...]


Puede que en un tiempo vuelva a ser de nuevo un simple consejero, una mano que os pueda levantar en una mala caída o un simple amigo corriente que vuelva a hacer las cosas que hace un amigo (como hablaros), pero no me pidáis ser vuestro héroe. El vuestro puede que esté ahí fuera, salvando las vidas de más personas o esperando a que vosotros salvéis la suya, pero yo no puedo ser vuestro héroe.

Yo ya he encontrado a mi superheroína.


Así que no os toméis mi misantropía a pecho.
Tomaosla igual de mal que vosotros nos habéis sentado a nosotros.

*guiño*
*guiño*
*puñetazo en la rodilla*
*desplazamiento de columna*




¡QUE OS DEN!
Y gracias, si no habéis sido problemáticos.
Perdonad mi ausencia, porque volveré.

domingo, 10 de febrero de 2013

Silencio muerto

Me gustaría tenerme enfrente algún día para darme un bofetazo.

Todos sabemos, porque todo el mundo lo dice, porque todos lo repiten, lo escriben y no es nada nuevo, que de los errores se aprende. Debo de ser de otro planeta.

¿Qué buscaba cambiar?
Tal vez, mis prejuicios.
¿Acaso espero cambiar al mundo yendo al infierno?

¿Acaso espero cambiar mis errores escribiendo una entrada de blog? Pues tiempo, retrocede, pues quisiera que el único disfraz que ayer hubiese llevado fuese el de mejicano. ¿Fui el único mejicano con máscara?

Mi única paz fue el limbo; no era tan fácil subir al cielo sin ayuda, y aunque no costaba escapar del infierno, no sé decir ahora mismo si era mejor haber seguido ardiendo junto a un infierno que no podía comprender, o la fría soledad de tu ausencia.

Cambio y (me) corto.
(Es un juego de palabras; no lo toméis al pie de la letra).



lunes, 4 de febrero de 2013

Metástasis de malas ideas

Llegado a un punto (junto al antojo de chocolate y los malos pensamientos; dato importante) acabo de pensar en una idea abstracta...

¿Sería malo tener una bipolaridad que pudiese alternar a mi antojo?

Y no hablo de algo tan simple como el cambio entre felicidad y tristeza.

Hace tiempo que estoy en una rotonda sin salidas, derrapando y sin control alguno del vehículo que son mis sentimientos. No sé si es mi mente la que nubla las salidas o son mis condiciones. No me gusta pensar que este círculo vicioso no tiene fin, porque sé que lo tiene, pero no veo su final aún. El por qué no encuentro el final no puedo decirlo, pero sigo aquí, mareado y sin saber.

Ay, y el no saber. ¡Cuánto duele el no saber! Cuantísimo puede doler un silencio inexplicado, y cuantísimas veces he pasado ya por ellos. Neblina y más neblina, pues eso son esos silencios: neblina, cortinas de humo que nos hacen dejar de reconocer lo conocido.

Puede que así llegase a este punto.

Todo lo que la mayoría añora es antiproductivo, y a veces creo que tengo un problema: Pago mis errores de administración de tiempo culpando a todo lo que no me pueda servir intelectualmente para el futuro; gran error, pues algunas veces me gustaría ser un robot sin sentimientos, pero no puedo. Me encadena mi humanidad, y eso no lo puedo abandonar completamente... Pero...

¿Por qué no un álter ego?
¿Por qué no otro?

¿Por qué no volver a mis orígenes cuando se me antoje? ¿Por qué no volver a aquel pasotismo sentimental entrecomillado, a aquel me río viendo gore, a aquel me masturbo por vicio? ¿Por qué no volver a aquel estado de ignoracia y productividad intelectual... cuando se me antoje? Sería realmente como una especie de ciborg... Mitad maquinaria, mitad humano. Tan fácil como funcionar con un simple interruptor activado por estímulos externos. Adiós, sentimientos; adiós, empatía; adiós humanidad; bienvenida seas, productividad intelectual.

¡Y SÍ! Puede que esté desvariando, puede que algo por dentro comience a sacar chispas y no vea forma de arreglar ese cable pelado... Puede... 

Puede que no sea capaz de aceptar que los humanos no somos perfectos...

Puede que esté creyendo en una utópica solución, lo cual me recuerda a los cristianos, judíos y demás con sus dioses todopoderosos; a las abuelas y a sus cirios de la virgen de nosedónde; a nuestra creencia en la vida tras la muerte, a los no pongáis el examen un día trece, así no tendremos mala suerte...

Puede que mi administración de tiempo no sea en lo único que fallo, pero voy a alegar que fallo como persona. ¿Por qué otra cosa, sino? No sé si algún día sabré en qué momentos he de darle un descanso a este vehículo que me hace ser como soy, pues hay veces que me he de regir a las normas establecidas, por un hecho simple: Hay más cosas en la vida y necesito construir mi futuro. PERO...

Me resulta muy complicado parar el automóvil que me lleva a la felicidad.

Ay... ¿Qué sería de la vida sin el amor?