miércoles, 26 de marzo de 2014

No sé qué título ponerle a esta entrada de blog (desahogo)

Hola. Tengo tantísimo que contar...

¿Sabéis? No estoy bien. No me encuentro bien. Ni conmigo mismo, ni con nadie. El tiempo pasa y he estado viviendo demasiado tiempo para estudiar (entre otras pocas cosas más), sin intentar vivir apenas. Ahora bien: he tenido muchíiiisimo tiempo para pensar. He pensado tanto que cuando iba a escribir sobre ello, he pensado que ya no pensaba lo mismo. Pensar... Pensar.

Hace unos minutos he leído una entrada mía, por casualidad (esta). He cambiado. Siempre cambio. Todo cambia y nunca para de cambiar. Estoy quemado. Estoy muy cansado de todo y de todos (con exclusiones, por supuesto). Me considero mucho más fuerte que cuando escribí esa entrada de blog. Los días han ido pasando y mi vida cambiando en cada uno de esos días, pero hay algo que noto que no ha cambiado: aún no sé si puedo ser feliz en medio de esta ruina de mundo.

Siempre supe que era diferente. Siempre me hicieron saberlo; a buenas, a malas o a peores. Llegué a un punto de mi vida en el que veía que ser diferente era ser especial, ser superior, pero uno ve tantas cosas, que se arrepiente de haber querido ser especial.

Bandos; equipos; partidos; tribus; izquierdas y derechas; los de arriba y los de abajo. Nací adoctrinado hacia la derecha, me catapulté a lo largo de los años hacía la izquierda y, ahora, he abierto los ojos. Algo me llevó hacia el medio de todo este fuego cruzado, pero hasta hace poco no habría sabido decir qué fue ese algo, mas ahora lo tengo claro.

¿Qué es ser diferente?

Dicen que las personas no nacemos odiando. Está muy claro que alguien nos enseña a hacerlo. Vivimos en un mundo decadente, el cual no cuidamos y en el cual nos enseñan que no importa maltratarlo. Nada importa.

No importa tirar basura al suelo.
No importa maltratar a los animales.
No importa tirar de la puta cadena en los baños públicos.

No importa nada que no sea  o los tuyos.

La palabra es intolerancia. Vivimos en la intolerancia. Vivimos en un mundo intolerante, en el que nadie tolera a nadie si no es de su mismo color, de su mismo lado, de la misma nación o del mismo lo que sea. Intolerancia. La tengo grabada día y noche en la cabeza. No hay día que no la note en algún lugar. Intolerancia; horrible intolerancia.

Me siento frustrado y me siento fuera de lugar. Me siento como de otro planeta. A veces, abres los ojos y piensas que no vas a volver a ver las cosas de la misma forma. Crees que ya lo has visto todo, pero resulta que cuando los abres aún más, aún cambia más todo. Ahora me siento así. Siento que he ido creciendo.

Yo antes no era tolerante. Yo crecí sin ser tolerante, por culpa de las personas intolerantes con las que crecí. Ni mis padres fueron tolerantes conmigo, ni mis profesores, ni mis compañeros de clase, ni mis amigos. Nadie. Así me sentía yo de pequeño. Dicen que esas cosas te hacen fuerte, pero en realidad lo que te hacen es intolerante.

A medida que ha pasado el tiempo, he chocado con tantas personas, tantas cosas y tantos pensamientos, que al final me siento agotado. No me siento fuerte; me siento solo y un poco roto. Tengo la autoestima por los aires y me aprecio mucho, pero me siento solo y lo escrito anteriormente creo que lo explica mejor que nada.

Intolerancia.

Espero que algún día cambien las cosas para todos. Buenas noches y perdón por la ausencia y el tocho escrito, pero creo que lo que más necesitaba ahora era soltar un poco todo. Me guardo lo que queda para otro día. Lo he intentado y creo que ya está bien por esta noche.